Interesante tu reflexión: vale mucho más que mi post. La idea – esencial – de que “el centro de la edición de libros está pasando del contenido al lector, al cliente” a mi me mueve a preguntarme sostenidamente por cuánto valor real puede aportar un editor convencional. Un editor cualquiera. Borremos editor: un intermediario entre autor y lector.
Partiendo de la base de que en la escasez el editor tenía que dirimir en qué invertía su dinero, con la edición digital este es un problema secundario desde el punto de vista de la producción del “objeto” libro. Sí tiene sentido desde un punto de vista de inversión en marketing, pero el autor promedio en realidad recibe poco servicio en esto. Darse a conocer depende mucho de su propio esfuerzo.
Si los libros de consulta están resueltos por el propio internet (se venden, pero me cuesta verle utilidad a los libros de recetas de cocina cuando tengo los vídeos disponibles en la red con muchas versiones de la misma receta), resulta que muchas fuentes de dinero no dependientes de lo que entendemos mundo del libro (en la mente de quien siente la cultura amenazada, esto se reduce a literatura y ensayo) menguan o evolucionan a otros productos que lo sustituyen o engrandecen.
Así que no termino de ver cómo se puede sostener un sector basado en la venta de copias en un soporte físico que se vuelve cada vez más restringido en su utilidad y hasta en su valor emocional. Aún cuando lo que llamamos piratería se reduzca formidablemente, parece difícil que el mismo nivel de ingresos (y márgenes) por unidad vendida pueda sostenerse visto en conjunto. Sin embargo, muchos autores podrán cobrar directamente del público como ya sucede.
Podemos hacer un reduccionismo (nada es tan simple): determinados autores y actividades podrán contar con especialistas más parecidos a managers que empujan una carrera de autor con diversas fuentes de ingresos y que serán especialistas en difundir esas obras y en obtener contratos derivados de la tarea principal (una minoría, como ahora) y otros muchos seguirán el camino de la autopromoción, espacio en el que los grupos de usuarios (léase críticos, recomendadores, especialistas, celebridades y personas de prestigio, etc.) generan el boca a boca y el descubrimiento. Unos espacios que deberá cultivar el autor también en la esfera digital (como hace ahora en privado).
La realidad hoy no es esta que describo. Veremos si su lógica se produce.
Gracias por venir.